La esposa intentó interceder en favor del anciano, pero fue en vano.
- Como mínimo dale una manta- dijo ella.
- No. Le daré la mitad de una manta. Eso es suficiente.
La esposa le suplicó. Finalmente consiguió convencerlo para que le diese la manta entera. De repente, en el momento en que el viejo estaba a punto de salir llorando de la casa, se oyó la voz del niño en la cama. Y el niño le decía a su padre:
-No! No le des la manta entera! Dale sólo la mitad.
- Por qué?- preguntó el padre anonadado, acercándose a la cama.
- Porque- contestó el niño- yo necesitaré la otra mitad para dártela el día que te eche de aquí.
Lo que siembras....eso mismo cosecharas ...
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